jueves, 22 de enero de 2015

Puertas entreabiertas.


Puertas entreabiertas



Imagina que vas de compras a buscar un modelo de zapatos que te gusta mucho. Seguro que lo primero que harás es irte directo a la zona de tiendas que conozcas. Aunque esas tiendas tengan chaquetas, gorras y cosas que normalmente te llamarían la atención, tú sólo vas a por esos zapatos. Tienes tantas ganas de tener ese modelo, lo quieres, lo necesitas y no te das cuenta de que esa tienda tiene otras muchas cosas que podrían gustarte. 

Lo mismo ocurre al buscar pareja, un grupo de colegas o a tu mejor amigo. Funciona exactamente de la misma manera.El hecho de buscar algo en concreto condiciona lo que vas a encontrar y si vas directo a esas tiendas, te estarás perdiendo otras muchas incluso con mejores precios. Y mientras buscas ese modelo de zapatos específico puedes estar perdiéndote todas las gorras y chaquetas de tu alrededor. 

Miguel de Cervantes dijo una vez ‘‘el que no sabe gozar de la aventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa’’. Y yo, personalmente, baso parte de mi vida en una analogía que bauticé como las ''puertas entreabiertas''. Aunque suene raro, cada vez que conozco a una persona me imagino un número infinito de puertas delante de mí. Y cada una de ellas puede contener algo distinto detrás: a lo mejor una nueva amistad, un lio de una sola noche, quizá el amor de tu vida... No sé... Ese amigo especial que ni es amor ni es solo sexo y no sabe muy bien cómo explicarlo. Porque entre el blanco y el negro hay un sin fin de tonalidades de gris. Apuesto a que ya habías escuchado esa frase antes.

Plantéatelo así, si sólo buscas un lío de una noche, quizá te pierdas a ese amigo especial. Si te encierras a tener sólo amor, puede que se te pase la mejor noche de sexo que hayas tenido jamás. Si sigues buscando sólo amistad, a lo mejor no conocerás al amor de tu vida.

Creemos que todo lo que hacemos lo pensamos de una manera racional y que nuestros instintos son cosa del pasado. ¿Tú te consideras una persona racional? ¿Totalmente dueña de sus actos y de todo lo que hace? Entonces, ¿fue decisión tuya asustarte o fue algo automático que no puedes explicar? Ya. Son muchos los instintos que nos mueven todos los días. Muchos los instintos que creemos no tener y que luchamos contra ellos. ¿Por qué no nos guiamos más por lo que sentimos de manera racional e inexplicable? Por las mariposas, el nudo en el estómago y no por lo que pensamos o nos hace pensar la sociedad podrida de prejuicios en la que vivimos. ‘‘¡Ah no! Yo es que se lo que busco. Quiero una pareja que me cuide, que me mime, que valore lo que hago, que me haga sentir especial...'' A ver, ¿hablamos de enamorarnos o estas pidiendo una hamburguesa en un restaurante cualquiera? No sé. Que tal una vida donde arrepentirnos de lo que hemos hecho y no de llevarnos el ¿y si...? a la tumba.

Gracias a dejar las puertas entreabiertas, a no prejuzgar, no os podéis ni imaginar la cantidad de experiencias que he vivido y no sabría ni como contarlas. ¿Sabéis cuántas veces me han mirado por encima del hombro y me han dicho: ''Estas loco, esas cosas solo pasan en las películas...'' Les puedo asegurar que eso no es verdad, y también os aseguro que ninguna de esas cosas llevaba la etiqueta de ''es lo que se debe hacer'', ''será mejor para mi futuro'', ''es lo que me conviene'', ''qué pensarán de mi si...''. ¿De verdad es más importante toda esa basura que tu felicidad? Porque yo creo que no.

Recuerdo algo que escribí no hace mucho que decía: ''Explicar un sentimiento es como entender la poesía. Tú tienes tu metáfora y yo, tengo la mía''. Lo que quise decir con eso es que cada uno entiende lo que siente de manera distinta y cada uno tiene puntos de vista diferentes incluso sobre una misma cosa. Pero a mi parecer, para tener una opinión válida sobre algo, debes haberlo vivido primero.

Quizá a muchos os suene esta escena: ''-Hijo, cómete la verdura. -¡Mamá es que no me gusta!''. ¿Cómo sabes si te gusta si ni la has probado? ¿Sabes por qué tanta gente se rodea de la gente equivocada? Porque dicen que no les gusta la verdura cuando jamás la han probado.Se pasan la vida buscando algo que piensan, sin darse la oportunidad de descubrir algo que sienten.


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