viernes, 2 de enero de 2015

Conozco 27 maneras de hacerme daño y todas tienen que ver contigo.

Tengo ojos de estar cometiendo el error de mi vida.

Hoy me he despertado ahogada dentro de una botella de cristal que no existe;
me he cortado el pelo que no tengo y he tenido miedo por los dos;
pero todavía no sé a qué.

Tengo la mirada perdida porque no sé dónde estás y un montón de ganas de nada desde que existes lejos de todo y cerca de una nada gigante que se extiende por este calendario que llevo impuesto como cuerpo y que arrastro desde que no soy pájaro.

 Mi propósito de año nuevo es acabarlo bien; como siempre.
Como nunca.

Los lunes por la mañana ya no me despierto;
paseo, sonámbula, con la ventana abierta con toda la intención de poner cachondo al invierno y que muerda con ansia todo el hielo que resbala, tranquilo, por todo lo que no te llegué a querer nunca.

Es probable que nunca llegue a nada porque ya lo he tenido todo;
y ahora lo entiendo: nunca tuve suficiente.

La fragilidad tiene su punto,
aunque no sé dónde poner el final.

Afirmo, orgullosa, que tengo toda la intención;
pero no sé dónde.

Conozco 27 maneras de hacerme daño y todas tienen que ver contigo.

Pero, verás, estoy desayunando en la ventana y justo ha salido el sol,
entonces me he acordado de ti y de que no puedo darte los buenos días;
he hecho cuentas y no vivimos ninguno.

La ventana que abriste tenía vistas a mi puerta,
y dentro solo había un túnel del terror.

Sonábamos mejor en silencio;
y soñábamos mejor por separado.

He recibido muchas llamadas,
pero no he aceptado ninguna que no parezca la tuya.

Me caigo en picado y me supera el vértigo a éstas alturas;

siempre tuve miedo a volar 
y nunca supe vivir planeando.


No intentes solucionarme.

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