domingo, 19 de abril de 2009

No me permito pensar en ti, no me permito echarte de menos...

Pero cada vez que escucho una canción te recuerdo, y odio hacerlo, lo odio con todas mis fuerzas. Odio esta cobardía de no permitirme quererte. Odio el egoísmo de morirme por dentro al no saber si todavía piensas en mí, si todavía me echas de menos. Odio no tener una máquina del tiempo y hechar marcha atrás. Odio querer coger este jodido móvil y no permitirme enviarte un mensaje para felicitarte con la excusa de saber qué tal te va. Odio recordar la última vez que te vi. Odio el momento en que te fuiste. Odio el momento en el que te deje marchar. Odio saber que ese sería nuestro último recuerdo. Odio... odio ser tan cobarde.

miércoles, 15 de abril de 2009

La gente tiene cicatrices, en los sitios más inesperados. Son como mapas de nuestra vida personal. Diagramas de nuestras viejas heridas. La mayoría de las heridas se curan y no dejan nada más atrás que una cicatriz, pero algunas no, algunas heridas las llevamos con nosotros siempre a todos lados y, aunque el corte hace tiempo que se hizo, el dolor aún aguanta.

¿Cuales son peores? ¿Las heridas nuevas que son horriblemente dolorosas o las viejas que se deberían de haber curado hace años y nunca lo hicieron? Quizá las viejas heridas nos enseñen algo. Nos recuerdan dónde hemos estado, lo que hemos sobrevivido. Nos dan lecciones sobre que evitar en un futuro. Eso es lo que nos gusta creer. Pero no es así como funciona, ¿cierto? Hay cosas que tenemos que aprender una y otra, y otra vez...

martes, 14 de abril de 2009


Corría, corría y corría... Saltando cada charco con pasos agigantados, tiritando a causa del aire húmedo que le dejaba el sabor de la lluvia. Perseguía su objetivo, asfixiando sus recuerdos y luchando sin saber por qué luchaba. Pero ahí esta la moraleja de la historia, nadie sabemos por qué luchamos exactamente, nadie sabemos quienes somos. Necesitamos encontrar nuestra misión en la vida, y eso es algo muy profundo que no se puede encontrar a la vuelta de la esquina...

miércoles, 8 de abril de 2009

Es impresionante la de clases de adicciones que existen.
Sería demasiado fácil si sólo fueran las drogas, las bebidas y el tabaco.

Yo creo que la parte más dura de mandar a la mierda un hábito es querer mandarlo a la mierda. Es decir, nos hacemos adictos por un motivo, ¿verdad?

A menudo, demasiado a menudo, las cosas empiezan de cero como una parte normal de tu vida y, de algún modo, cruzan la línea de la obsesión, compulsión. Perder el control.
Es el colocón que arrastramos. El colocón hace que todo lo demás se apague lentamente.

El caso es que la adicción no acaba bien porque tarde o temprano, lo que nos haya tenido drogados deja de hacer sentir bien y empieza a doler. Pero dicen que no mandas a la mierda el hábito hasta que caes en lo más bajo. Pero, ¿cuándo sabes que has caído?

Porque no importa cuánto daño nos está haciendo algo; a veces, dejarlo marchar, nos duele más.





lunes, 6 de abril de 2009

Flores...


Pienso que las personas somos muy parecidas a las flores en sí o a las plantas si vamos más allá. Hay flores que necesitan que se las rieguen muy a menudo, otras solo una vez por semana, muchas otras solo una vez al mes y a la mayoría solo hay que ir tocando la tierra a ver si les falta el agua.

Yo a veces creo que las personas nos hemos acostumbrado a eso, a esperar a ver si necesitan "agua". Si nos damos cuenta quizás acudiremos en su ayuda, o quizás no, también dependerá del aroma que nos llegue, o de la luz que nos proporciona a la vista, o si el espacio que ocupa en nuestro rincón es el adecuado nos ocuparemos menos de ella.

Son cosas que a simple vista quizás no le damos importancia pero que transcurridos los días o los meses nos pesará y sabremos si hemos hecho lo correcto o no, si habrá sobrevivido gracias un poquito a nosotros o no.

Luego, no todas las flores tienen el mismo ciclo de supervivencia, unas son más fuertes y sobreviven durante todo el año, da igual el tiempo que haga, da igual si las regamos o no, da igual si están fuera o dentro de casa, no necesitan tanto de nuestros cuidados, pero... ¿y todas las demás dónde quedan? todas esas, que sí precisan de nuestros cuidados que van por temporadas, quizá en verano están en su mayor esplendor y en invierno alguien se acuerda de podarlas. O las que son de primavera alguien se acuerda de ellas durante el resto del año, no diría yo.
La mayoría las dejan abandonadas hasta que salen al balcón y las ven por casualidad, luego recuerdan que están ahí, y vuelven a cuidarla, quizás ellos han olvidado su precario mimo, pero ellas no se olvidarán, ellas han pasado los malos tiempos con heladas, sin que les pusieran protección, o sin que las podaran para que pudieran ser mejores para la temporada siguiente...

Creo que ese es el ciclo de la vida tanto de las plantas como de las personas...




["L"] :D
Rock On