martes, 24 de noviembre de 2015

Nunca será siempre.

Erase una vez la historia de un niño y una niña. El niño se llamaba Siempre y era una persona soñadora, aventurera, que creía que todo lo que veía no era todo lo que había en realidad y que había algún lugar donde las leyendas cobraban sentido. Por contra estaba Nunca.

Nunca era una persona pesimista, una persona realista, una persona que solo se fiaba de aquello que podía comprobar y constatar con sus propios ojos y que no se creía ni historias ni cuentos.

Entonces llego un día en que Siempre se acerco a Nunca y le dijo que su mayor sueño en la vida era viajar y llegar hasta el sol. Ella dijo: "No podrás. Si saltas te vas a caer. O lo que es peor, si llegas te vas a quemar."

Supongo que ella lo que intentaba era ser la cuerda de globo de los pájaros que tenía en la cabeza Siempre, pero tal era el peso de sus sueños y tantos pájaros tenía en la cabeza, que llego un día en que todos a la vez emprendieron el vuelo y Siempre se perdió en mitad del cielo.

Hay quien dice que llegó. Otros que se cayó. Incluso hay quien dice que cumplió su sueño, pero de todo esto que pasó Nunca nunca lo supo porque echó raíces en el suelo.
Y es que si siempre te dices nunca, nunca sera siempre.

sábado, 7 de noviembre de 2015

‘Bailaba sola y movía el mundo’

Hola, pequeñita.
Venía a decirte que eres enorme.
Que vencida estás preciosa, pero no te dejes nunca.

Que morirte de vez en cuando es aprender a andar descalza por el miedo
y que cortarte por amor es como tener que drogarte para vivir: inevitable.

Respira; y recuérdate libre.
Haz-te tu-ya.

Venía a decirte que si te levantas con el pie izquierdo, bailes con el derecho.

Escúchame;
Si agachas la cabeza que sea para besarte las rodillas,
si miras hacia atrás que sea para ver el culo que te hacen esos pantalones y para  tener ganas de seguir adelante.

Si se te caen las lágrimas que sea porque ya no las quieres.

He venido a decirte que tienes un vacío maravilloso en el que caben mil abrazos,
que te pongas el vestido de flores y te deshagas el nudo del estómago;

que seas feliz dentro de tu cajita de música triste.

Que enamorarse del monstruo es como dudar de tu vida cada domingo: inevitable.

Oye, mi pequeñita, que eres un cielo.
Un cielo despejado en pleno enero cuando llueve sobre calado.

Quería decirte que cojas mucho aire,
que los golpes de suerte son golpes, al fin y al cabo
y que tengas cuidado, que la nostalgia pica.

Que si te cuentan mentiras, sea para dormir
y que eres fuerte;
fuerte como una niña frágil vacía de miedos.

A ver, mi niña, que te abraces y te escuches,
y acuérdate siempre: tú eres tus alas.

Que hay sonrisa en tu ruido
y viceversa.

Que tienes una mirada fugaz que pide un deseo cada vez que se estrella.

Querer huir y no hacerlo es recordarte, cada día, que tienes que olvidarlo.

No ser el alguien de nadie siendo solamente y toda tuya;
y hacerte el amor y la tonta y pensar en ti y en ti y en ti y en ti…

Mi tulipán; tienes un beso infinito en cada punto débil y la boca llena de libertad.

Mi gusanito de seda; conviértete en mariposa.

Asume tu silencio como una victoria y aprende que hurgar en la herida ayuda a curarla.

Mi pequeñita, solo vengo a decirte que cometer un error puede ser un acierto;
que hay que masturbar el dolor hasta que desaparezca
y que todavía existen personas que te cogen de la mano sin asfixiártela.

Mi luz del túnel.

Mi pequeñita, mi sol, mi baile de primavera…

Escúchame:
alguna magia es verdad; 
y tú eres completamente cierta.

Lo único que tienes que hacer es no dejar nunca de creer que la vida es maravillosa aunque, de vez en cuando, te pise los pies al bailar.

Rock On