sábado, 29 de marzo de 2014

Coge aire que te vas a enamorar.

Pero nunca nadie te avisa de que después te va a faltar -el aire- y te va a sobrar todo lo demás,
que te vas a asfixiar, 
te vas a poner morado de hostias que te van a dar.

Como tú.

Te definiría como el error de mi vida,
como un verso que no he besado,
como un tropiezo mal dado,
como una resaca que no he sabido vomitar del todo.

Tenías que mentirme para tenerme,
y me tuviste de verdad;
hasta que descubrí que las mentiras tiene la polla muy caliente, 
las manos muy inquietas, 
la mente fría, 
y los sentimientos rotos. 

Me lo tragué todo sin mirar, 
sin respirar;
como el que se tapa la nariz para no saborear
pero yo te miré y te respiré;
y te tragué saboreándote con gusto.

Te quedaste en mi paladar, en mi lengua, en mi garganta, en mi esófago, en el estómago.
Me invadió la sensación más humana del mundo, me dejé la piel y las costillas por el camino;
y tú me violaste la boca y los ojos con esa lengua colmada de veneno.

Después de algunas cervezas de más, 
canciones de lágrimas 
y algún polvo perfecto 
todavía no he aprendido a decirte adiós 
pero no sabes cuántas veces me lo he imaginado.

Que salga el sol por donde hieres,
que se me salga el sol por la boca;
porque estoy herida de vida sin ti;
pero tú estás herido de muerte con ella.

Perdona, es que me he visto queriéndote más de la cuenta y me he odiado por eso;
y odiarme a mí es odiarnos a los dos.

Todo parece que es ayer,
pero la rabia del principio solo es la nostalgia del final.


Ahora, así, a lo lejos -como siempre- a kilómetros de frialdad, desamor y puñaladas
queda un camino de vuelta precioso que ojalá te sepas de memoria;
'porque no estoy para tonterías, pero tú puedes volver cuando quieras'

La putada es que nunca te quedó claro que la ruta de mis piernas era casa 
y que no hacía falta llamar al timbre para salvarte;
que podíamos joder a los vecinos llegando tarde al orgasmo 
y no me aprendiste como si fuese la palma de tu mano.

No te sabes mis lunares de memoria,
no te desquician mis manías,
no me preparas el desayuno,
no me cantas a susurros,
no me desvistes con la mirada,
no me acaricias el pelo, ni me das la mano;
pero espero que te la próxima vez que te corras, estés pensando en mi.
Que me inventes en tu cabeza,
que te drogues de mí,
que no me entiendas pero me escribas,
que te enciendas pensando en mis labios,
y no te evites al verte imaginándome.
                                               
                                                                Y me siento a esperar,
y me hago cada vez más pequeña,
más diminuta, 
más minúscula,
porque a cada hoja que florece te veo más lejos,
más allí y menos aquí.

Porque todavía no te has subido a cualquier autobús para convertirme en mayúsculas,
para dejar de lado la puta indiferencia y correrte para mí,
para hacernos arder en el frío de Madrid,
y asaltarme a corazón armado pidiendo la rendición de toda mi ropa ante ti.

No sé cómo despedirme.

Me propongo un plan:

dejar de buscarte,
parar de escribirte,
olvidarme del 'para siempre',
deshacerme de la idea estúpida de girarme para encontrarte,

y, sobre todo,

 coger mucho aire porque la hostia no ha hecho más que empezar.

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